Reuters
Un cacerolazo sacó a la luz los problemas de Venezuela cerca de la cumbre Mnoal
A unos veinte minutos de la zona de la cumbre de los Países No Alineados, donde el presidente Nicolás Maduro dio la bienvenida a dignatarios internacionales, un barrio pobre de la isla Margarita se ha convertido en un centro de protestas contra el líder socialista.
Los convoyes de los presidentes visitantes como Robert Mugabe, de Zimbabue; o Hassan Rouhani, de Irán, pasan velozmente por Villa Rosa, donde hace dos semanas Maduro sufrió el episodio más vergonzoso desde que asumió la presidencia hace tres años.
Maduro, quien esperaba caminar a través de una multitud de sus partidarios, fue seguido por decenas de manifestantes que golpeaban ollas y sartenes, en protesta por la severa crisis económica que afecta al país y que ha obligado a los venezolanos a reducir sus comidas diarias debido a la escasez de alimentos y a la galopante inflación.
«La gente gritaba: No te queremos. Eres un diablo. Eres un miserable, Maduro. Lo decían en coro, como una canción», recordó Yelitza Moya, de 39 años, en la entrada de su casa, por donde pasó Maduro cuando se dirigía a una cancha de baloncesto.
Numerosos videos tomados desde teléfonos celulares fueron publicados en las redes sociales y en ellos se puede observar a algunos manifestantes gritando obscenidades contra el mandatario de 53 años, un ex conductor de autobús y sindicalista.
En los videos se ve a las personas golpeando utensilios de cocina, en una muestra de ira contra el presidente venezolano que suele estar fuertemente protegido por militares.
Las imágenes también fueron difundidas por sectores de la oposición venezolana, que busca un referendo revocatorio contra Maduro.
Moya y otros habitantes del barrio estaban contentos porque sus quejas se hicieron públicas, pero las autoridades detuvieron por pocas horas a más de 30 personas después de las protestas, incluido a Braulio Jatar, dueño de un medio de Internet y moderador de un programa radial. Jatar permanece en la cárcel por cargos de lavado de dinero.
Varios residentes de Villa Rosa confesaron que temen dar entrevistas, pero la ira recrudeció en el sector por la realización de la costosa cumbre de los Países No Alineados.
No obstante, Maduro aún tiene el apoyo de algunos habitantes que recuerdan con cariño a su antecesor, Hugo Chávez, y a los planes sociales que fueron financiados con la ingente renta petrolera.
«No estoy de acuerdo con la agresión contra el presidente Maduro», dijo Carolina Gómez, de 58 años, quien vende café en una de las calles de Villa Rosa y todavía tiene unas fotos del fallecido Chávez.
«La cumbre es fantástica», sostuvo, mientras buscaba la sombra para protegerse del inclemente sol del Caribe, agregando que está orgullosa de que la isla sea la anfitriona de más de 100 delegaciones.
Pero Villa Rosa adolece de los mismos problemas que aquejan al resto del país, como la escasez de productos básicos, enormes filas de personas en busca de alimentos subsidiados y el crimen.
Muchos afirman que Villa Rosa es un símbolo del cambio en una Venezuela que se aleja del chavismo.
«Él (Maduro) no sabía qué es Villa Rosa, hace años Villa Rosa fue chavista, pero ya no», agregó Moya.
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