Un plan para el país
Sobre los escombros que va dejar el socialismo del siglo XXI en Venezuela se erigirán las bases sobre las cuales se edificará un nuevo país. Los venezolanos de hoy todavía no podemos valorar en toda su dimensión el daño enorme que este régimen le ha infligido a la economía.
Una industria petrolera en ruinas que actualmente produce lo que se producía en 1947, una emigración masiva que ha provocado la fuga del factor humano más calificado que teníamos, una hiperinflación galopante que evaporó el salario, las pensiones y el ahorro y en general una administración pública manejada por una cofradía inepta, completan el cuadro de la Venezuela de estos años. Venezuela es ahora una especie de gran campo petrolero abandonado en el cual queda un amasijo de hierros inservibles.
El reto y la respuesta a ese reto es presentar una opción viable que favorezca la recuperación de la nación y que sea aprehendida por el pueblo venezolano en esta hora crítica. Después de meses de trabajo silencioso hemos aglutinado la buena voluntad de muchos venezolanos capacitados para la tarea de exponer un programa que hemos denominado El Plan País.
Este se estructura sobre la base que hay que afrontar en primer lugar la emergencia humanitaria compleja, al mismo tiempo un plan para estabilizar la economía y posteriormente la fase de reformas estructurales para darle aliento al crecimiento de la economía.
Con la emergencia humanitaria vamos a encarar la enorme deuda social con miles de ciudadanos que hoy pasan hambre y que no tienen acceso a un sistema de salud público colapsado y que sus ingresos no les da para costear un seguro privado. Estamos hablando de más de tres millones hogares en esa situación.
En lo relativo a la estabilización de la economía, la urgencia reside en parar en seco la hiperinflación para recuperar el poder adquisitivo de los salarios, pensiones y jubilaciones. Esto se logra con una combinación de políticas fiscal, monetaria y cambiaria. No habrá más financiamiento monetario masivo del BCV al fisco para así atacar la causa última de la hiperinflación. El BCV no seguirá emitiendo papelillos sin valor y el dinero tendrá un respaldo en moneda extranjera y en activos reales, no ficticios emitidos por un gobierno moroso.
Finalmente, hará falta fijar por un tiempo razonable la tasa de cambio del bolívar respecto al dólar para así detener las expectativas de inflación. Nada de esto se puede hacer sin una reestructuración de la deuda externa hoy en incumplimiento de pago. El país tiene pagos atrasados por US$ 7.100 millones y en 2019 se vencen US$ 8.500 millones adicionales que no hay forma de cancelarlos con el flujo de caja que genera el petróleo.
Lo anterior se complementa con una política petrolera de expansión de la producción y una nueva gerencia en Pdvsa. Esperamos que este plan sea acogido por los venezolanos como el único que pueda sacarnos de esta tragedia que vivimos.
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