Venezolano en la vanguardia global contra el cambio climático alerta: crisis ecológica es la mayor amenaza de este siglo
El politólogo, activista ecológico internacional venezolano y embajador del Pacto Ecológico Europeo, Rosmel Rodríguez, sostiene que los objetivos de desarrollo sostenible trazados por la Organización Naciones Unidas para ser alcanzados en 2030, no se cumplirán y, por lo tanto, hay que cambiar el paradigma de alcance global por otro que atienda más a las necesidades locales.
En lugar de un cambio de modelo que se establece desde lo global, a juicio de Rodríguez hay que ir a iniciativas nacionales y locales, porque existen diferencias económicas, sociales, políticas y culturales que obstaculizan logros globales en la lucha por enfrentar el cambio climático.
Sin embargo, este joven venezolano, residenciado en Portugal y presidente del Comité Europeo de Global Peace, que promueve una agenda internacional de lucha contra el cambio climático vinculada con la defensa de los Derechos Humanos, dice, en entrevista exclusiva con Banca y Negocios, no ser pesimista sobre el futuro del planeta.
«Yo sí soy optimista, aunque tengo picos de pesimismo. Hay muchos países que todavía no interpretan bien esta realidad, porque dependen fundamentalmente de los hidrocarburos o de la producción masiva de bienes de consumo y promover este cambio en el sector privado, que moviliza a la economía, va a traer ciertas pérdidas financieras y la subida de otras empresas».
En este sentido, añade: «El debate ya no solo es si este modelo es bueno o es malo, o si hay que emprenderlo o no. Hay una pugna muy fuerte donde no solo entra el debate científico, sino la preocupación por la sobrevivencia de ciertos negocios. Somos fundamentalmente animales económicos. El proceso es complejo, pero sí creo que se puede lograr, porque hay organizaciones empresariales que se están sumando y reuniones que apuntan al desarrollo de nuevas normas», apunta Rodríguez para dejar claro el meollo de la cuestión.
– El debate norte-sur sigue planteado –
Rosmel Rodríguez sostiene que uno de los retos fundamentales es cerrar las brechas entre las naciones ricas y las pobres, pues las primeras cuentan con los recursos y medios para enfrentar la transición hacia un modelo económico sostenible, mientras que las segundas siguen ancladas en sistemas económicos extractivistas.
Para el activista venezolano, la única manera de reducir estas diferencias es que las naciones del «norte global» apoyen con recursos a las del «sur global» en un modelo «ganar-ganar», porque lo que está en juego es la supervivencia del planeta, de la especie humana.
En este sentido, este venezolano afincado en Portugal, donde creó la ONG ZORA, cuyo objetivo es incorporar a jóvenes a la lucha por lograr los objetivos de desarrollo sostenible, sostiene que lo importante es visibilizar las dimensiones del tema ecológico y los avances que se pueden alcanzar con un enfoque realista, pero no exento de ambición y sentido de urgencia.
Su trabajo doctoral está enfocado en cómo los jóvenes pueden utilizar la tecnopolítica para generar proyectos de desarrollo sostenible, comunicar y profundizar este debate. Indica que su experiencia «ha sido interesantísima, porque mi trabajo es buscar a jóvenes líderes europeos para que expongan sus experiencias locales de desarrollo sostenible, porque nuestro modelo se sustenta en las experiencias locales y cómo multiplicarlas saltando la barrera de lo nacional. Hoy estamos megacomunicados con los teléfonos y esa es una herramienta fundamental», apunta.
«No va a haber desarrollo sostenible si se mantiene esta fuerte desigualdad en el planeta. Este es un problema de gobernanza global. Si lo vemos por países aislados estamos dentro de un marco erróneo, porque no hay una frontera para definir el clima o la naturaleza. La idea es no dejar a nadie atrás. Si vemos los índices de desarrollo global, los países del norte o del centro tienen indicadores positivos de desarrollo sostenible, pero los países de la semi periferia y la periferia han avanzado poco o nada, en principio porque existen graves asimetrías en el acceso al conocimiento», añade Rosmel Rodríguez.
– Con el reloj en contra –
Este venezolano que se sitúa en la vanguardia global en la lucha contra el cambio climático hace una advertencia dura y clara: «tenemos el reloj en contra, porque estamos en el umbral de 1,5 grados del no retorno, pero soy optimista porque tenemos una gran herramienta que es el cerebro, y siempre hay personas que estamos pensando en cómo cambiar este orden de cosas. Esa es nuestra misión, cambiar este modelo de desarrollo. Tenemos que cambiar esta visión antropocéntrica que ha trastocado la evolución geológica de la tierra».
Un elemento fundamental para lograr este cambio es de carácter jurídico, indica Rosmel Rodríguez. «Lo primero es debatir e implementar en cada país el concepto justicia ecológica, que consiste en definir a la naturaleza como un sujeto de derecho. El enfoque más común actual es de la justicia medioambiental, nos enfocamos en el medioambiente, porque nos beneficiamos de él, y lo cierto es que somos parte de ese medioambiente, somos naturaleza, y a partir de esa definición se pueden elaborar nuevos parámetros. Hay que defender la naturaleza bajo nuevos principios legales», establece el experto.-
– Negocios distintos, nuevas empresas –
Rosmel Rodríguez, conferencista internacional venezolano sobre temas relacionados con la ecología y el desarrollo sostenible, no duda en afirmar que la gran amenaza del siglo XXI es la crisis ecológica, de la cual la emergencia climática es solo una manifestación.
Con este énfasis indica que las empresas son grandes sujetos y actores del cambio, porque son la base para modificar modelos productivos que atentan contra los equilibrios naturales, básicamente a través de la destrucción masiva y continuada de recursos.
«Muchas empresas todavía están cerradas a este cambio. El nuevo reto es visibilizar en las empresas, a través de una intensa cooperación estado-empresas, la necesidar impostergable de promover esta transición, de aquí a 2030. Hay una nueva concepción de la economía en torno a la sostenibilidad y este concepto no riñe con sus diferentes narrativas de ecosocialismo o ecocapitalismo», aclara.
En consecuencia hay que promover prácticas de economía circular en las industrias más grandes, como las telecomunicaciones. No puede ser que los modelos de teléfonos inteligentes tengan una caducidad de dos años, cuando incluso es posible actualizarlos y usar los equipos por más tiempo, clama Rodríguez.
«Venezuela es un caso especial, porque la extracción de hidrocarburos es muy fuerte contra el medioambiente, por ejemplo. Para la extracción de oro se debe dejar de usar mercurio y habrá que utilizar otros sulfatos, quizás más costosos, pero es necesario hacer una transición progresiva a prácticas más ambientalmente sostenibles. Hay que ir concientizando a la población para promover esa cambio».
Rodríguez pone sobre la mesa una experiencia personal: «Mi familia se dedica a la construcción, que es muy fuerte contra el medioambiente, porque se usan materiales que no se pueden biodegradar o recuperar y, además, se utiliza mucha agua y entonces les propuse a mis familiares que utilizáramos espuma biodegradable, pero hay que reconocer que estas prácticas son costosas y no traen beneficios en el corto plazo, sino de largo plazo. Por eso existen fondos de grandes empresas que financian estos avances, porque son cambios que van poco a poco».
Rosmel Rodríguez expuso sus ideas en el Young Leaders Forum 2021 en Azerbaiyán donde fue electo, junto con otros 24 jóvenes del mundo, para debatir sobre temas de gobernanza global con lideres como Jeffrey Sachs, María Fernanda Espinosa y Kolinda Grabar-Kitarović.
Sigue adelante con este proceso de discusión y promoción del cambio. Es una misión que cultiva desde sus tiempos como estudiante de la Universidad Central de Venezuela y que ha profundizado en distintos escenarios internacionales, donde alerta y propone, muestra evidencia sobre los riesgos que la humanidad enfrenta posiblemente sin demasiada consciencia del peligro.
«Los países del sur global somos los más afectados por la emergencia climática, porque no tenemos herramientas adecuadas para hacer las transiciones necesarias y somos los que más recursos naturales aportamos al desarrollo del planeta. Venezuela tiene unas grandes reservas de hidrocarburos, las cuales se pueden explotar, pero la contaminación se queda con nosotros», deja claro el mensaje.
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