Venezuela vuelve al Mundial de básquet: éxito en medio de la adversidad
Una generación que se acostumbró a ganar dio a Venezuela la clasificación al Mundial de básquetbol de China-2019, sobreponiéndose a una pugna por el control de la federación local que por poco le cuesta su exclusión de torneos internacionales.
Jugadores como Gregory Echenique y los hermanos José y Gregory Vargas encabezaron el regreso de la selección venezolana a la cita mundialista, más de 20 años después de la última vez.
Será su cuarta participación luego de competir en las ediciones de 1990, 2002 y 2006.
El boleto fue sellado con victorias ante Canadá (84-76), el viernes pasado, e Islas Vírgenes (76-77), el lunes, en las clasificatorias de FIBA Américas.
«Orgulloso de este grupo que se sacrificó y lo dio todo», celebró Gregory Vargas en un mensaje en Instagram que acompañó con una fotografía del equipo dirigido por el argentino Fernando Duró, con todos sus integrantes sonrientes. «Juntos somos más», destacó.
Duró tomó las riendas el año pasado tras el inolvidable ciclo de su compatriota Néstor ‘Che’ García, quien llevó a Venezuela a ganar el FIBA Américas 2015 y el Campeonato Sudamericano en 2014 y 2016, además de participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro-2016.
La sucesión no cambió la mentalidad ganadora de una camada que sigue marcando una segunda época de oro para el básquet venezolano, tras la era de los llamados ‘Héroes de Portland’ en la década de 1990.
Liderado por Carl Herrera -primer venezolano en la NBA y dos veces campeón de esa Liga con los Rockets de Houston-, aquel equipo fue campeón sudamericano en 1991 en la ciudad venezolana de Valencia.
Un año después, en Portland, también fue finalista del campeonato panamericano frente a Estados Unidos, el mítico ‘Dream Team’ original de Michael Jordan, ‘Magic’ Johnson y Larry Bird.
Solo esas leyendas lograron frenar a un quinteto que puso a Venezuela en los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992.
– «Vencimos a la adversidad» –
Sin embargo, en la ruta hacia China-2019, Venezuela vivió momentos de altísima incertidumbre que Vargas y sus compañeros no olvidan.
«Vencimos a la adversidad», subrayó Vargas, quien nunca escondió sus críticas al conflicto por el mando de la Federación Venezolana de Baloncesto (FVB), que estuvo a punto de sacar del camino a esta talentosa selección.
Una nueva junta directiva de la FVB, presidida por Bruno D’Addezio -entrenador de larga trayectoria en el país sudamericano-, fue escogida el pasado 14 de abril en unas elecciones convocadas por autoridades gubernamentales.
Todo ello con respaldo del último NBA venezolano, Greivis Vásquez, quien no ha formado parte del equipo en la zaga de éxitos del ‘Che’ García y ahora de Duró.
Pero la vieja directiva, que presidía desde 1993 Carmelo Cortéz, no reconocía la convocatoria.
En medio del pulso, la Federación Internacional (FIBA) advirtió que esas elecciones representaban un intento de «crear una federación paralela», lo que podía derivar en una suspensión.
La amenaza fue conjurada en junio cuando la FIBA otorgó un reconocimiento provisional a la junta de D’Addezio por 12 meses, exigiéndole cumplir en ese plazo con una serie de requisitos.
En el tira y encoje, el caos ganó terreno. Un entrenamiento del seleccionado para los choques contra Canadá e Islas Vírgenes debió suspenderse porque la gobernación local había organizado una «bailoterapia» en el gimnasio Joaquín ‘Papá’ Carrillo, en Caracas.
Conseguida la clasificación al Mundial, Duró, renovado hasta 2019, fue tajante: «Ojalá esto sirva para que haya un antes y un después y nos pongamos a trabajar todos por el bien del baloncesto venezolano».
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