#YoTePregunto | Olalquiaga: La banca no está en capacidad de financiar la reconstrucción del país
Ingeniero civil de profesión, dedicado a la industria química, Juan Pablo Olalquiaga no es optimista en torno al futuro de Venezuela. El presidente de Conindustria señala que no hay antecedentes en el país del nivel de destrucción al que ha sido sometido y ya incurso en el quinto año consecutivo de contracción económica.
Olalquiaga está al frente de la Confederación Venezolana de Industriales desde 2015. Su segundo período vence en 2019. Detalla cómo cada uno de los sectores afiliados al gremio ha sido afectado por la severa crisis económica causada desde el mismo gobierno, colocando a la industria en sus mínimos históricos de operatividad.
No es solo una variable la que pesa sobre la actividad fabril, es un conjunto de circunstancias que hacen muy difícil mantenerse en el tiempo sin algún cambio en la política económica.
Reconoce la necesidad de acudir al Fondo Monetario Internacional para obtener los recursos necesarios para reconstruir de Venezuela. La hiperinflación se ha comido los activos del país, incluyendo el patrimonio de la banca, por lo que perdió capacidad de financiar la recuperación del país llegado el momento.
—¿Puede precisar cuál es en promedio la capacidad utilizada de la industria al cierre del primer semestre?
—Es de 22,3%. Es un valor extraordinariamente bajo, cuando se desagrega hay sectores que están muy, muy mal, aunque todos están afectados por la fuerte contracción del consumo que trae como consecuencia una menor actividad.
—Independientemente de las causas ¿es comparable este comportamiento al de algún otro momento en la historia del país?
—No. Jamás había pasado algo ni remotamente similar al nivel de destrucción que estamos viviendo en estos momentos. Han cerrado las dos terceras partes del parque industrial. Ya vamos por 3.600 (unidades de producción) y 3.000 pertenecen al sector privado.
—¿Qué sectores han sido afectados más fuertemente?
—Autorpartes y artes gráficas. En el caso de autopartes es peor porque, a diferencia de los precios de los alimentos, son muy difíciles de pagar hoy en día. Además, se suma que no hay acero y plástico, dos insumos básicos. Se llegaron a producir en el país 5 millones de toneladas de acero líquido y solo se producen 140.000. En cuanto al plástico, no solo había proveedores nacionales, sino que también se exportaba.
La impresión de revistas, folletería, talonarios de facturas y chequeras cayó dramáticamente. Ya no hay folletería de forma publicitaria y se enfrenta la transición para no usar papel en las oficinas. Se añade el enorme problema de conseguir el papel que lo tiene la Corporación Maneiro (del gobierno), y en cuanto a tintas no quedan sino uno o dos fabricantes en el país.
El sector de transformación de plástico ahora tiene un mercado más pequeño y el químico está muy mal. Hay muchos menos lubricantes, Pdvsa producía las bases, ahora son importadas. No hay agregado nacional, ni siquiera en los envases.
El sector pintura ha caído de manera importante, el pegamento para construcción y para calzados. Las fábricas de calzados no pueden absorber la ley de precios justos porque trabajan con artículos de moda y los telares, son pocos los que quedan,
—¿Cuál es la variable que mayormente pesa sobre la actividad industrial?
—No hay una específicamente. Es un conjunto de circunstancias, de varios elementos presentes. Hay que tener una estructura de seguridad jurídica (reglas claras y que no te las cambien), acceso a las materias primas, infraestructura industrial (electricidad y acceso a componentes de rodamientos, correas, equipos neumáticos e hidráulicos y componentes electrónicos) y mano de obra. Con la Ley Orgánica del Trabajo de 2012 se acabó el estímulo al trabajo, la mano de obra se fue relajando y las empresas se hicieron menos productivas; la capacitación técnica se ha erosionado con la educación nacional.
—En un contexto de restricciones de distinta índole ¿el sector obtiene financiamiento, en qué condiciones?
—Si sumas todo lo que es el patrimonio bancario calculado a la tasa de cambio del mercado paralelo no excede los 3 millones de dólares, por lo que no tiene posibilidad de financiar nada y los créditos son a cuatro meses. Si Venezuela da un giro y no hay apoyo de la banca multilateral, la nacional no está en capacidad para una reconstrucción en la magnitud que hace falta. Solo una línea industrial puede requerir 7 millones de dólares. La banca está destruida, así como el sector seguros.
—¿Puede determinar cuántos empleos se han perdido en el sector este año por migración o dificultades para llegar a sus puestos de trabajo?
—Son muchos, aunque no tengo la cifra. El grueso es porque se van de Venezuela y se da en todos los niveles desde el personal de limpieza, pasando por choferes y secretarias hasta analistas de compras, gerentes de mercadeo e investigadores.
—El gobierno anunció que el petro funcionará como una unidad de cuenta ¿Le parece acertada la medida?
—El petro es una promesa, no puedes hacer transacciones físicas con el petro, respaldadas en reservas que están en el subsuelo y no se pueden transar. El precio del petróleo fluctúa, por lo que anclar el bolívar al petro luce poco creíble.
El mecanismo del petro es de endeudamiento. Es un título de la faja petrolífera del Orinoco. Es un mecanismo de apalancamiento que el gobierno va a imponerle al comercio, es como una dolarizacón sin permitir que dólares circulen libremente y se queden en el BCV.
—En qué grado ayudaría a la industria la libre compra y venta de divisas, tomando en cuenta que el poder de compra del venezolano ha sido arrasado.
—Sin duda ayudaría con un mecanismo libre en la banca comercial y se pueda cambiar divisas a tasa de mercado. Me libera poder reflejar transacciones en mi contabilidad, y contribuye al abastecimiento y a dar mayor dinamismo. En hiperinflación los consumos se van encogiendo. La medida elimina una de las tantas trabas que tiene la economía, pero no evita el empobrecimiento. Hay que abordar un programa de reforma económica con todas las variables.
Levantar el control de cambio tiene sus bemoles, habría que tener reservas internacionales y para ello se requiere apoyo del FMI, sino lo que puede lograrse es que la tasa se deslice aún más a cualquier cosa. Mal hecho, el remedio es peor que la enfermedad.
—¿Es la reconversión monetaria el inicio de una reforma monetaria?
—No. Para que hubiera reforma hay que darle estabilidad al bolívar y no se devalúe en el tiempo. La masa monetaria tiene que guardar equilibrio con la actividad económica. Las tasas de interés son irrelevantes, no son herramientas. La política monetaria como mecanismo de financiamiento del déficit y una tasas prácticamente inexistentes tiene como consecuencia que nadie quiere el bolívar como moneda. No sirve para los propósitos de mecanismo transaccional real ni de ahorro. Así, habrá que quitarle más ceros a la moneda más adelante.
—Las autoridades han mostrado cierto repliegue en materia de control de precios. De hecho, las reuniones del Plan 50 fueron suspendidas. ¿Cree que sea el inicio de cierta liberación o de una fase más radical?
—Creo que las acciones del gobierno son espasmódicas, como tienen tantos incendios a la vez se concentran en algo y luego la retoman. Está presente todavía. Aún el gobierno le exige a algunos sectores el 60% de la producción y le impone los precios.
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